lunes, 26 de enero de 2015




¡Todo saldrá a la luz!!


Así que no les temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse” (10.26/Mateo).

Cuando Dios tiene un plan con alguna persona, lugar o nación, nunca habrá maquinaciones ocultas que impidan su avance al cumplimiento. La declaración de Jesús vino a reafirmar lo que Dios hizo con los profetas, reyes y líderes del Antiguo Testamento y el antiguo mundo.

Mientras haya luz en este mundo, lo oculto no prevalecerá. Sea bueno o malo, todo saldrá a la luz. Estamos viendo la vida de los famosos, los políticos, los gobiernos y líderes religiosos que están vomitando lo que habían ocultado por tiempo. Todo esto es parte de que las obras están siendo pesadas, y pasadas por el fuego de la prueba; ‘será revelada’ (3.13/1Cor.)

Pero el juicio (prueba) comienza por casa. Uno de los espíritus que más se va a oponer a la iglesia en estos tiempos de avivamiento será el de religiosidad. Este espíritu se opone al Espíritu Santo en todo, porque quiere controlar y avivar sólo una postura externa de un cristiano, para ocultar su pecado y su doble vida. Este espíritu usará a muchos de los que están dentro de la iglesia, hablarán sabiduría que viene del árbol del bien y del mal.

Hace unas semanas atrás, salió en las noticias cristianas, el caso de un pastor que después de varios años de ministerios, decidió dejar todo, ministerio, iglesia, Biblia, oración y hermandad, para vivir un año sin Dios. Después de un tiempo, declaró en una entrevista que su vida no había cambiado y que nada malo le había pasado. Llegó a la conclusión de que Dios no existía, porque su vida no había cambiado de lo que era antes. ¿Qué pasó? ¿Cómo llegó a esa conclusión?

Conozco la historia de un evangelista de los años 60 que dejó el ministerio para alcanzar la prosperidad por otro camino. Por años lideró y fue conferencista a grandes empresarios norteamericanos, era un visionario para el mundo empresarial. Pasados los años, en su última entrevista, ya jubilado, le preguntaron que es lo que más echaba de menos de su vida pasada como ministro. Guardó un momento de silencio, y con voz quebrada dijo: ¡Echo de menos a Jesús!! Nunca se olvidó de su relación con Jesús, pero que pasó con el otro pastor. Después de una semana preguntando, el Señor concluyó con esta respuesta simple y básica: ‘¡Intimidad y sacrificio vivo!’

La intimidad en el matrimonio es primordial y en los primeros años entendemos muy bien este principio. Vienen los hijos y pasan los años, pero el peligro latente comienza cuando, de la intimidad activa pasamos a la disciplina, y luego a la rutina. El peligro y la artimaña de todo esto es que la rutina se convierte más en un cumplimiento externo, fechas, días y programas, y esto no es que sea malo, sino que se perdió lo más importante de la relación ‘¡Intimidad!’

El matrimonio trae crecimiento, madurez, diferencias, compromisos, responsabilidades y en el proceso se necesitará de un ‘Sacrificio vivo’ que agrada a Dios y a su pareja. El sacrificio muerto hace cumplir reglas y obligaciones externas. Creo que el pastor cayó en la trampa y además perdió en el camino la intimidad con Dios, cumplió con todos los demás, menos con Dios.

Toda vida y obra será pesada, será sacada a la luz para el propósito de Dios. Toda vida religiosa es capaz por un tiempo de ocultar argumentos, pecados, mentiras y apariencias, pero a su tiempo saldrán a la luz, y aún así muchos preferirán seguir viviendo así. Los que están en la luz evidencian sus vidas, son transparentes, exponen sus limitaciones y debilidades, pero no se justifican.

Los religiosos buscan una apariencia piadosa, los que andan en la luz, buscan la humildad, la obediencia y dependencia de Dios en todo, los religiosos llegan a sus propias conclusiones. Para el avivamiento que viene sobre Chile, los religiosos se aferrarán al ‘dedo acusador’, pero no prevalecerán, serán parte del plan de Dios para hacer la diferencia entre el verdadero mover del Espíritu Santo y el mover de la religiosidad.

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