sábado, 18 de abril de 2015


La desintoxicación
La urgente necesidad de Ver y Sentir como Dios

Hablando de desintoxicación, por ejemplo, según los estudios de los especialistas, el tiempo para desintoxicarse de las drogas, el alcoholismo, la pornografía u otras adicciones tardarían unos 90 días aproximadamente. Aunque la adicción a la pornografía para algunos especialistas, es muy difícil dejarla en su mente. ¿Cuánto tardaríamos los cristianos en desintoxicarnos de las adicciones que tenemos del mundo? Tiempo atrás conocí a un profesional cristiano, fiel a su iglesia, un hombre estudioso de las doctrinas bíblicas, hasta el punto de que no escucha otra música que no sea cristiana, es casi perfecto, solo por un detalle, su orgullo religioso y su amor a su opinión única, lo convierten en alguien que no quiere ver y sentir como Dios se esta moviendo.
    
     El avivamiento que está comenzando en algunas parte del mundo y que Chile también será parte de esta visitación global. Primero será para sacudir y limpiar la Iglesia y luego alcanzar al mundo con el evangelio. ¡Y esta limpieza y sacudón, ya ha comenzado en la Iglesia! Dios trajo esta impresión a mi espíritu en unas de estas noches: “Dejarán de amar y desear al mundo… para rescatar al mundo con mi amor”. La Biblia habla mucho de: ‘Dejar’, ‘Desatar y despojarse’, ‘Morir, no amordearse o no desear los privilegios del sistema de este mundo’ (11.25/He.). Esto es amar a los que están en el mundo y no desear al mundo para olvidarse de amar el propósito.

     Muchos carismáticos y renovados han confundidos estos términos, al punto de estar en la orilla de la línea del libertinaje. ¿Por qué? Porque hoy casi todo es bueno y nada es pecado dicen algunos. Décadas atrás los bautistas, Aliancistas, Pentecostales y otros, prohibían compartir con el mundo, como bailar, tomar, ir al cine y otras cosas. Muchos creíamos literalmente estas reglas bíblicas, aunque por dentro lo deseábamos o combatíamos con algunos pecados ocultos. Condenábamos a otros por ser diferentes y ‘mundanos’. Estábamos al borde de la religiosidad, pero teníamos la “sana doctrina”. Por otro lado, estaban los que en la iglesia cumplían todas las reglas, pero en la casa se comportaban como mundanos, porque hacían lo que para nosotros era pecado, ellos tenían una doble vida.
    
     Dios ha estado trayendo cambio profundo a la Iglesia hacia una década y el Espíritu Santo ha estado renovando nuestra visión hacia el mundo. Para muchos, lo que antes era malo, hoy es bueno. Y lo que antes era bueno, ahora es malo. Dios lo dijo hace miles  de años atrás y hoy sea vuelto a repetir. Se escucha decir: ¡Ahora me siento tan libre para bailar y no importa lo que baile! ‘Puedo tomar, bailar y no es pecado del mismo pulpito’. ¡Si Jesús lo hizo y fue a las fiestas! ¿Por qué yo no? El punto trágico es que muchos lo están haciendo con un espíritu equivocado. Si Jesús lo hizo, veamos porque lo hizo y para que lo hizo. Nunca lo predico como parte del evangelio, sino con un propósito. La liberta para Él, era hacerse responsable de quien era y hacía, el hacerlo con un corazón puro y libre, lo hacía centrarse en su propósito con los demás. Ser renovado no es pasar los limites, es más algunos no saben lo que es ser carismático.
     La desintoxicación comienza con el proceso de eliminar las sustancias, y tanto las células como los órganos comienzan a ajustarse. Lo mismo comienza con el quebranto y el despojo genuino en nuestras vidas. Los primeros cristianos del libro de los Hechos se convertían y dejaban todo. Uno quemo toda sus libros de brujerías, otros vendían sus terrenos y otros morían por la causa del evangelio. Muchos se bautizaban de inmediato como  obediencia de morir a la vieja vida. Otros dejaban familia y placeres, eso es desintoxicarse del mundo.


Queramos o no, en cada avivamiento se levantan hombres y mujeres que comienzan a detestar el pecado, los placeres y las riquezas del mundo por causa de estar en su presencia y voluntad. No tenían otra cosa que no era estar en su presencia y cambiar al mundo. En este último mover de Dios no serán algunos, sino una generación que buscara su presencia y cambiaran al mundo con el poder del Evangelio. Hoy como excusa, decimos que no tenemos tiempo para Dios por causa del afán por el mundo, la familia, el trabajo o las necesidades momentáneas. En la visitación que viene tendremos todo el tiempo para servir a Dios.

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